Monarquía o República. Ese es el debate que planteamos hoy al Parlamento Vasco cuando apenas faltan tres días para el 14 de Abril, aniversario de la proclamación de la II República.
Tres días para el aniversario de la proclamación de aquel periodo democrático que trajera tantos avances para la sociedad en materias de igualdad, educación, cultura, justicia social y también en materia de autogobierno entre otras cuestiones.
Tres días para el aniversario de la proclamación de aquel imperfecto régimen democrático que fue cercenado posteriormente mediante el golpe militar, la guerra y la persecución política.
Pero sobre todo traemos el debate monarquía o republica en un momento de crisis del actual modelo monárquico existente desde 1978.
No pretendemos hoy discutir de la II República, ni de la guera, ni de la dictadura ni tan siquiera de la llamada transición. Y no lo vamos a hacer.
Lo que pretendemos debatir es una cuestión elemental. El debate entre monarquía o república, un debate entre los dos modelos de estado posibles y sobre los cuales la ciudadanía vasca tiene opinión y sobre el cual por lo tanto el Parlamento Vasco podría manifestarse claramente en representación de esta sociedad.
Pretendemos hablar de monarquía o república. Una cuestión sencilla y sin mucho lugar para las equidistancias políticas. O se es republicano, o se es monárquico, no hay más.
Los tiempos de aquella frase “no soy monárquico pero soy juan carlista” ya desaparecieron.
Desaparecieron enterrados por la propia conducta del rey emérito que ni con la especial protección jurídica que ostenta la corona, ni con el trato de favor por parte de la mayoría de la prensa durante décadas, consigió esconder su comportamiento inaceptable, sus negocios manchados de sangre, sus cacerias ostentosas y su claro posicionamiento en el tablero político al servicio de la oligarquía y de sus propios intereses particulares.
La abdicación de Juan Carlos de Borbón cuando la pieza ya no se sostenía en pie para sustituirlo por Felipe, fue el necesario lavado de cara para salvar una monarquía cada vez más impopular, inutil y corronpida.
Se trataba de salvar una institución clave para el mantenimiento del status quo de las élites económicas y políticas para que nada cambiase, para salvaguardar sus privilegios.
Y eso pasaba por mantener la forma de estado monárquica, una formula anacrónica que se pretende autoperpetuar en el tiempo sin tener en cuenta la opinión de la ciudadanía. Y por lo tanto una formula antidemocrática.
Pero ningún pueblo, ni el nuestro ni ningún otro, necesitan ser tutelados por quienes nadie ha elegido. Queremos dejar de ser subditos, queremos participar en la elección democrática de todos y todas nuestros representantes.
Democracia es decidir también la forma del Estado y la jefatura del Estado.
No tiene sentido que en pleno siglo XXI la jefatura del Estado se herede por fecundación sin responder a ningún criterio democrático. Pedimos algo tan sencillo como que la máxima institución del Estado se elija democráticamente mediante sufragio universal. Así de simple.
Esta apuesta la hacemos desde el convencimiento de nuestros valores republicanos. Para nosotros la República no es solo una forma de Estado más democrática, que lo es.
También es una forma más profunda de entender la democracia desde los valores cívicos, la conciencia crítica, la participación ciudadana y los derechos sociales.
La República para nosotras es un nuevo modelo más justo, más democrático y más igualitario en el que se cumplan los Derechos Humanos y los pueblos sean realmente soberanos, protagonistas de su propio destino.
La Monarquía es sinónimo de pasado y de tutela, la República es sinónimo de futuro y democracia.
Este principio elemental, la República como formula democrática de Estado donde todos los representantes públicos deben ser elegidos democráticamente con el voto popular, es lo que planteamos en el primer párrafo de nuestra proposición no de ley.
Estamos convencidos de que la mayoría del pueblo vasco y la mayoría de la ciudadanía de Euskadi respalda sin dudar esta declaración de principios aunque hoy incomprensiblemente no vaya a tener el respaldo mayoritario del Parlamento Vasco.
Nos hubieramos conformado de hecho con que se aprobase este principio tan elemental en nuestra opinión, que debería ser respaldado por esas mayorías amplias de las que tanto oímos hablar en este parlamento. ¿O es que acaso no hay una amplisima mayoría en este parlamento que respalda este principio? Principio que sin embargo hoy va a ser rechazado.
No ha habido en ningún grupo parlamentario la más mínima intención de intentar llegar a un acuerdo sobre esta cuestión en nuestra opinión tan básica.
Nos unen valores republicanos, estoy seguro que los portavoces de la mayoría de grupos, tal vez con la excepción del partido popular compartirán esta afirmación.
Y sin embargo ningún grupo le ha cogido el guante a la coalción que represento para que este parlamento aprobase un texto en el que plasmar esos valores republicanos, aunque fuera un acuerdo de mínimos.
Sabemos que defendemos modelos republicanos diversos y sabemos que defendemos vías diversas para llegar a esos modelos republicanos.
Por esa razón no hemos traido una iniciativa que hablé del modelo republicano concreto que anhelan y defienden las gentes y partidos que representa mi grupo parlamentario.
No he venido a hablarles y no lo hace nuestra iniciativa, de la tercera república social y plurinacional, y menos de la república socialista por la que yo peleo.
Somos conscientes que eso imposibilitaría los acuerdos amplios en este parlamento, no hemos sido maximalistas para dejar contenta a nuestra parroquia. Al contrario, hemos planteado una iniciativa de mínimos democráticos perfectamente respaldable por la mayoría de grupos de la cámara y hemos mostrado nuestra disposición a negociarla con las enmiendas a la totalidad planteadas.
Y nos hemos encontrado con una respuesta similar por parte de la mayoría de grupos, no tenemos nada contra vuestra iniciativa pero no vamos a llegar a un acuerdo, es lo que me han venido a decir la mayoría de portavoces.
Es curioso que una iniciativa que no genera especial rechazo de salida, no pueda ser la base para llegar a un acuerdo.
Nadie ha querido llegar a un acuerdo en una cuestión tan diafana como el posicionamiento en favor del modelo republicano frente al modelo monárquico, la petición de igualdad ante la ley de toda persona ocupe el cargo que ocupe, la exigencia de rendición de cuentas ante el legislativo por parte de la institución que ostenta actualmente la jefatura del Estado y la supresión de los artículos del codigo legal que impiden la libre crítica a la institución de la monarquía.
Se ha perdido en nuestra opinión una oportunidad valiosa para manifestarnos como parlamento sobre estas cuestiones de democracia elemental.
De la misma manera que pensamos que hubiera sido oportuno aprobar la realización de un sociómetro específico sobre la percepción de la ciudadanía vasca sobre la casa real, la jefatura de Estado y el propio modelo de Estado.
Una herramienta para conocer mejor y sin miedo que opina la gente de esta cuestión en nuestra comunidad.
Sin embargo esta cuestión tampoco va a obtener el respaldo de la cámara a no ser que algún grupo pida una votación por puntos. Nos gustaría saber que opinan los grupos sobre esta propuesta, que opinan sobre que conozcamos en profunidad la opinión de la ciudadanía vasca sobre esta cuestión.
Al igual que nos gustaría saber su opinón sobre el resto de puntos de nuestra iniciativa en los que planteamos la necesidad de que los presuntos delitos que afectan a la monarquía puedan ser investigados en los tribunales y fiscalizados por el poder legislativo.
Es una cuestión también de principios democráticos elementales, una cuestión de igualdad ante la ley, no todos somos iguales ante la ley bajo esta monarquía y eso no se puede permitir en un estado democrático.
En los últimos años y meses han sido múltiples las noticias sobre escándalos, corrupción y malos ejercicios del papel institucional por parte de la monarquía y de la Jefatura del Estado.
Casos como el de Urdangarín y la Infanta Elena, las cacerías en Botswana, la actuación del exjefe de la Casa Real o las conocidas como grabaciones de Corinna han generado una grave crisis en la institución. Por esa razón entre otras, la ciudadanía está manifestando un creciente desapego y exige que dejen de gozar de una especial protección. Especialmente, cuando se trata de rendir cuentas ante la justicia.
Resulta inadmisible que desde los propios servicios de inteligencia del Estado se dedicaran medios materiales y humanos para dar protección privada a amistades de Juan Carlos de Borbón, además de ocultar o hacer desaparecer documentos probatorios que ponen de manifiesto actividades particulares del entonces jefe del Estado y sus socios cuya finalidad era el cobro de supuestas comisiones ilegales por realizar gestiones políticas y comerciales propias de altos cargos del Estado.
Esta es la monarquía realmente existente en nuestro país y a la que no podemos someter con garantias al dictado de la justicia ni al control democrático del legislativo.
En paralelo, el Código Penal ofrece más protección a la Casa Real que a cualquier otra institución o ciudadano del Estado, a través del delito de injurias a la Corona.
Aspecto que ha sido cuestionado varias veces por la justicia europea que considera que los ordenamientos jurídicos no pueden otorgar una protección especial a sus cargos e instituciones más importantes. Al contrario, deben permitir un amplio grado de crítica por tratarse de instituciones públicas sujetas al cuestionamiento y escrutinio ciudadano en el marco de una democracia.
En similares términos se expresó el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en marzo de 2018 cuando dictó una sentencia en la que consideraba que la Audiencia Nacional y el Tribunal Constitucional vulneraron el artículo 10 de la convención de Derechos Humanos sancionando una expresión simbólica de crítica legítima a la monarquía.
En un Estado democrático no se puede coartar la crítica política a las insituciones y la monarquía no puede ser una excepción, y en este país eso pasa, sucede, se coarta la crítica política y se persigue a quienes simplemente hacen gestos o actos simbólicos de rechazo a la monarquía.
Asimismo, ha sido objeto de controversia el propio desempeño de las funciones de Jefatura del Estado. Y es que en momentos de grave crisis institucional, social y territorial como el que estamos viviendo, lo mínimo que se podría esperar de esta institución es que haga una aportación al entendimiento entre diferentes y que se abstuviera de hacer pronunciamientos que agraven esos conflictos. Todo lo contrario a la actuación del actual monarca, más propia de un incendiario que de un bombero.
Esa es también la monarquía realmente existente, cuyo papel dessde luego dista mucho de aquel que el PNV propone en su enmienda a la totalidad, donde viene a decir que los jeltzales aceptan la monarquía española siempre que su papel sea el de conectar al Estado con el autogobierno vasco.
¿Es que necesitamos un rey para eso? ¿Necesitamos una figura a la que no se pude votar para que haga de nexo de unión entre el Estado y el autogobierno vasco? ¿necesitamos a los borbones? Ya sabemos que es una dinastía histórica, espero que no hablemos de eso cuando hablamos de derechos históricos señor Latxaga.
En resumen, el fin que inspira esta iniciativa era abrir de forma constructiva un debate político sobre una cuestión básica sobre como entender la democracia, la igualdad ante la ley y el libre derecho a la crítica, porque son expresiones de problemas reales y objetivos de la actual jefatura del estado, del actual modelo monárquico que tenemos y porque son parte del sentir de la ciudadanía vasca.
Para mi, el mero hecho de poder discutir en este parlamento sobre esta cuestión y que los grupos se posicionen al respecto es en si mismo una pequeña satisfacción política porque somos cientos de miles las y los republicanos que queremos escuchar a los representantes políticos hablar de república en las instituciones.
Lamento en cambio que ningún grupo halla sido capaz de intentar anteponer los valores republicanos que supuestamente nos unen por encima de sus objetivos políticos concretos o de sus modelos concretos.
Yo hoy no vine a decir aquí gora hirugarrena, viva la tercera repúbica. Eso lo haré en Eibar este Domingo, hoy vine a buscar un acuerdo republicano para que pudieramos decir Gora Errepublika. Ese grito nos debería unir y luego que cada cual defienda la que le parezca, yo sé cual defiendo y cual voy a seguir defendiendo.